La Catedral de Burgos es una de las obras cumbres del gótico español.
Este templo sustituyó a la iglesia románica de tres naves que le precedió y que fue impulsada por Alfonso VI a finales del siglo XI.
La Catedral de Burgos ha merecido el título de Patrimonio de la Humanidad (1984). Pero, antes que monumento, la catedral es un templo vivo, dedicado al culto y a la oración, que a lo largo de historia ha ido acogiendo las corrientes artísticas de cada época, para dignificar y solemnizar las ceremonias, la alabanza a Dios y la vida cristiana.
Iniciaron su construcción, en el año 1221, el rey Fernando III el Santo y el Obispo Don Mauricio, y fue consagrada en 1260. Después fue ampliada y embellecida con un grandioso claustro y numerosas capillas entre las que destacan la de los Condestables (s.XV) y la de Santa Tecla (s.XVIII), así como las esbeltas agujas de la fachada principal (s.XV) y el espléndido cimborrio del crucero (s.XVI).
En la actual catedral gótica de Burgos se perciben dos fases claramente identificables. La de estilo gótico puro (siglos XIII y XIV) que desarrollan los primeros maestros y la segunda de estilo gótico flamígero, impulsada por la familia Colonia.
La cartuja de Miraflores está edificada sobre una pequeña colina en pleno parque de Fuentes Blancas, a sólo tres kilómetros de Burgos. Es una zona de gran riqueza forestal, atravesada por el río Arlanzón, que se abre paso entre álamos y chopos en su camino hacia Burgos. Sobre las copas de los árboles destacan los esbeltos pináculos de la iglesia de la cartuja.
Su fundación data del año 1442, cuando el rey Juan II de Castilla donó su palacio de caza a la Orden de la Cartuja y comenzaron las obras a expensas del rey. Sin embargo, fue su hija, la reina Isabel la Católica, quien terminó las obras.
La cartuja de Miraflores alberga en su interior verdaderas joyas de arte gótico tardío, como el conjunto de la iglesia, el retablo de madera policromada y los sepulcros reales, obra del maestro Gil de Siloé. También son de admirar la sillería gótica del coro de los Padres, obra de Martín Sánchez de Valladolid, y la sillería renacentista del coro de los Hermanos, obra de Simón de Bueras. En una de las capillas laterales se venera la famosa escultura de san Bruno, obra de Manuel Pereira, de comienzos del siglo XVII. Junto a la puerta de entrada a la iglesia puede admirarse una tabla de la Anunciación de Berruguete y enfrente un tríptico flamenco de la Pasión.